Carta de Luis Buñuel a Pepín Bello sobre el Romancero gitano de Federido García Lorca

París, 14 de septiembre de 1928

Querido Pepín:

Seamos activos y escribámonos. Bonita manera de terminar una carta y estúpida. Desde Sevilla y hablar así. Recibí tu carta y fotos, que me han desilusionado mucho. Qué antifotogénico, Pepín. Y yo que había pensado en ti como en una mezcla de Menjou y de Pollard. Pero veo que no pasas de antropopiteco: un Bécares bigotudo y frívolo, eso es Pepín. Aun así se intentará darte un papel previo bout d`essai, y por cierto tengo uno en mi film que ni pintado para ti si la prueba de tu físico da buen resultado. Tal vez comience en octubre. Ahora termino el découpage y comienzo el presupuesto. Ya nos pondríamos de acuerdo. Iré a España a comienzos de octubre con algo ya definitivo. Aparte de mi primer film, no sé si te he dicho que la Julio César está en tratos conmigo para tomarme como realizador. Espero en París a su director Palles para intentar un arreglo definitivo. Sería estupendo para mí, pues firmaría contratos para algunos años y no cesaría de filmar. La sociedad hace sus films en Francia, Alemania e Inglaterra. Nuestro general Perojo está empleado allí.

    A Federico lo vi en Madrid, volviendo a quedar íntimos; así mi juicio te parecerá más sincero si te digo que su libro de romances me parece, y parece a las personas que han salido un poco de Sevillla, muy malo. Es una poesía que participa de lo fino y aproximadamente moderno que debe tener cualquier poesía de hoy para que guste a los Andrenios, a los Baezas y a los poetas maricones y Cernudos de Sevilla. Pero de ahí a tener que ver con los verdaderos, exquisitos y grandes poetas de hoy existe un abismo. Abro el libro al azar:

    San Miguel lleno de encajes
    En la alcoba de su torre
    Enseña sus bellos muslos
    Ceñidos por los faroles                    (Bueno y qué)


    Preciosa coge el pandero
    Y corre sin detenerse                       (Bueno y qué)

    Preciosa llena de miedo
    Entra en la casa que tiene
    Más arriba de los pinos
    El cónsul de los ingleses                 (Bueno y qué)

    Silencios de goma oscura
    Y miedos de fina arena                   (Con esto se corre Baeza)

    Hay dramatismo para los que gustan de esa clase de dramatismo flameco; hay alma de romance clásico para los que gustan de continuar por los siglos de los siglos los romances clásicos; incluso hay imágenes magníficas y novísimas, pero muy raras y mezcladas con un argumento que a mí se me hace insoportable y que es el que ha llenado de menstruaciones las camas españolas. Desde luego lo prefiero a Alberti, que está tocando los límites del absurdo lírico y cuyos poemas vienen a ser esto:

    Tataracha tatarera
    Barabacha Platko tira
    Putupuntun tuputun
    Perrian plan plan plan, pataplan.

    Nuestros poetas exquisitos, de élite auténtica, antipopulacheros, son: Larrea, el primero; Garfias (lástima de su limitación y escasez de imaginación; sus efusiones serían divinas si tuviera solo la mitad de fantasía que Federico); Huidobro; a veces el histrión de Gerardo Diego, y la verdad, los demás no me excitan como al grupo de Mediodía.

    A María Luisa no la vi aún. Ha tenido otro hijo, y no sé cuándo va a parar. Vicens metido en su librería siempre, y yo con mi cine, mis artículos y mi preparación para el próximo debut. La Gaceta del día 1 de octubre está dedicada íntegramente al cine. Léela.

    Abrazos (tú eres más foto, etc., que no lo que parece en los retratos que me has enviado).
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